Teatro ambulante

Es difícil
separar este término de lo que actualmente se conoce como teatro de calle y
teatro independiente. De hecho, algunos grupos de este último apartado tienen y
han tenido al mismo tiempo en su repertorio espectáculos de sala y de calle.
El teatro
ambulante posee una estética que bebe del circo, de la poesía, de la pintura,
de la performance, de la
música. Esta mezcla de artes puestas en la plaza ha dado
origen a un estilo: el teatro de calle, situado más allá del realismo y del naturalismo,
con poco texto, mucha música (casi siempre interpretada en directo), zancos,
máscaras y colores, elementos siempre contundentes destinados a llamar (o
robar) la atención del viandante.
Nadie duda que
es complicado hacer teatro de calle; la dispersión, el ruido, el tiempo, son
elementos que obran muchas veces en contra. Pero alguna vez estas dificultades
son incorporadas por los actores a los espectáculos.
Poco a poco el
teatro de calle va siendo aceptado por las gentes que manejan los presupuestos
destinados al teatro: directores de festivales, de ferias, de festejos y
celebraciones. Esto conlleva una mejoría de las condiciones en que se
representa. Nunca suficiente, ya que todavía una de las dificultades a las que
se enfrenta es cómo contar una historia y mantener la atención del público en
un lugar de paso. Este teatro, que ha sobrevivido al progreso y a la creación
de las grandes urbes, tiene algo de clásico en sus orígenes. Patrimonio de la
humanidad, empezó en las antiquísimas sociedades tribales y hoy día se puede
encontrar en cualquier rincón de cualquier ciudad.
Un grupo de
actores en una calle o en una plaza puede recordarnos al teatro de Molière,
pero también deben remontarnos a formas ancestrales de representación tribal,
donde lo religioso y lo artístico se confundían. Si escarbamos en la historia
encontraremos sus raíces en los antiguos cómicos de la legua: actores de
aquella época que al no ser escogidos por los reyes y las cortes para hacer
teatro en palacio, se veían abocados a asumir ellos mismos la búsqueda de
espacios y públicos para actuar y así ir viviendo. No estaban muy bien vistos
por las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes les obligaban a actuar a
más de una legua del centro urbano. De esta prohibición viene la denominación
antes citada.
Estos cómicos
ambulantes se agrupaban a partir de núcleos familiares, en distintas formas de
compañía: el bululú, la bojiganga, el ñaque, el guirigay, entre otras. Gracias
a esta forma popular de representación en plazas, calles, ferias y otros
espacios abiertos, ha sido posible que el teatro haya sobrevivido a guerras y
épocas de hambre y necesidad.
Durante el siglo
XX, en algunas ocasiones podría parecer que el teatro ambulante estaba
perdiendo progresivamente ese espacio que con su largo hacer, durante años y
años, había ganado: la calle, la plaza. Podríamos atrevernos a asegurar que un
nuevo impulso de vida llegó a este arte de la representación callejera con el
estallido de las ideas renovadoras del mayo del 68 francés y otras convulsiones
del pensamiento durante la década de 1960 en Estados Unidos, Alemania y México.
Estudiantes,
artistas, intelectuales y obreros necesitaban expresarse, transformar la
realidad que les rodeaba: nuevas reglas de convivencia, nuevas manifestaciones
estéticas. Estas ideas, que en principio se discutían en la universidad, no
tardaron mucho tiempo en salir a la calle. Pronto acudieron a la cita otras artes,
como la música. La
pintura y la escultura también salieron de los museos y se pusieron en contacto
directo con la gente, con los peatones. Así florecía y se desarrollaba el
teatro callejero: en cualquier esquina, embelleciendo la ciudad y enriqueciendo
el intelecto y los sentidos de los espectadores ocasionales. Si la gente no iba
al teatro, el teatro iba a la gente.
Entre las miles
de compañías que han hecho posible que el teatro se ponga al alcance de las
personas que por diversas razones no acuden a las salas convencionales, cabe
citar: el Odín Teatro (Dinamarca), Comediants (España), Bread and Puppets
(Estados Unidos), Royal de Luxe (Francia), Yuyachkani (Perú), Espectáculos la
Cubana (España) y Teatro Bekereke (España).
Encarta 2005.