El Convivio
El convivio implica la reunión de dos o más
personas, vivas, en un centro territorial, encuentro de presencias en el
espacio y convivencia acotada —no extensa— en el tiempo para compartir un rito
de sociabilidad en el que se distribuyen y alternan dos roles: el emisor que
dice —verbal y no verbalmente— un texto, el receptor que lo escucha con
atención.
El convivio entraña compañía, estar con el otro /
los otros, pero también con uno mismo, dialéctica del yo-tu, salirse de sí al
encuentro con el otro / con uno mismo. Importa el diálogo de las presencias, la
conversación: el reconocimiento del otro y del uno mismo, afectar y dejarse
afectar en el encuentro, suspensión del solipsismo y el aislamiento.
El convivio implica proximidad, audibilidad y
visibilidad estrechas, así como una conexión sensorial que puede atravesar
todos los sentidos —por ejemplo, el gusto, el tacto y el olfato a través del
vino o de los alimentos compartidos.
El convivio es efímero e irrepetible, está inserto
en el fluir temporal vital en su doble dimensión objetiva y subjetiva.
La socialización no es excluyentemente humana: el
convivio incluye la ofrenda y la manifestación del orden divino en el rito de
reunión.
Puede afirmarse, que en tanto base de la
literatura oral, el convivio restituye a lo literario el carácter de “situado”
espacio-temporalmente propio de la emisión lingüística corriente en cuanto a
los sujetos que participan en ella (emisor-receptor). Por el contrario, la
emisión del texto literario escrito y
no leído en voz alta sólo queda
situado desde la primera parte de la emisión: el acto de escritura y su sujeto,
“el acto de lectura remite a una segunda instancia no situada”, ausente en la literatura oral.
Jorge Dubatti
Fragmentos de El convivio teatral, Textos Básicos, Atuel, 2003
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