sábado, 6 de agosto de 2011

Un infantil regular

Infantil
El arcoiris de Rocío

Un musical en el que todo se luce, menos la protagonista


Autor: Esteban Villarreal / Dirección: Reina Reech / Música: Sebastián Fucci / Intérpretes: Rocío Guirao Díaz, Charly G, Juana Repetto, Sabrina Artaza, Gisella Bernal, Gabriel Usandivaras, Carlos Bernal, Carla Lanzi, Jorge Moliniers, Florencia Anca y Martín Segura / Coreografía: Vanesa García Millán / Vestuario: César Juricich / Escenografía: Daniel Feijóo / Sala: Broadway l Funciones: todos los días, a las 14.30 Y a las 16.30

Nuestra opinión: regular

 
El arcoíris se presta para armar la secuencia de escenas. Los hackers liderados por el malvado Shadow roban sus colores. La misión de Rocío y sus amigos será recuperarlos. Para ello, recorren escenarios diversos, en los que personajes como el azul Capitán Universo, las paquetas Paz y Justicia en tonos violeta y amarillo, el Tiempo eternamente joven en su añil o la Naturaleza, verde, naturalmente, y de fuerte acento inglés, les ayudan en su misión. Y cada uno de ellos lleva un ritmo que se plasma en una coreografía: el reggaeton, el tap, o un baile más telúrico en el caso del rojo de Amor, vinculada a la Madre Tierra, la Pachamama.
Los números coreográficos de El arcoíris de Rocío son vistosos, bien bailados y variados. El trío de los villanos cibernéticos, integrado por Charly G, Juana Repetto y Gabriel Usandivaras, aporta una cuota de humor, sobre todo desde el desparpajo del primero, eficaz en el caso de la segunda, un tanto menos con el subrayado excesivo del último. Pero no encuentran una contraparte adecuada en el protagonismo de Rocío Guirao Díaz, de escaso carisma y débil manejo del texto que le toca en suerte. Tampoco le ayuda la presencia igualmente inexpresiva de Gisella Bernal como una especie de volátil hada amiga, ni la de Carlos Bernal, de sonrisa un tanto hierática. Sólo Sabrina Artaza arma un personaje con algo más de solidez en el equipo de los buenos. Frente a la debilidad de la figura protagónica, se lucen más las breves apariciones de los personajes secundarios a cargo del elenco. El gran arcoíris que cruza el escenario, por otra parte, queda en el olvido después de apagarse, para recién volver a lucir todos los colores sobre el cierre de la obra, cuando podría haberse jugado más agregándole uno por uno los colores recuperados.

Reina Reech, que años atrás montó Colores , también con la coautoría de Esteban Villarreal, no escatima recursos escenográficos y destreza coreográfica ni descuida el vestuario en su puesta en escena, a diferencia de otros espectáculos infantiles armados para vacaciones de invierno con el cartel de estrellas mediáticas. Pero tropieza con la dificultad de no contar con una protagonista que pueda conducir el show con personalidad, más allá de que tampoco la favorecen los textos pegados al estereotipo de lo bien intencionado.
Juan Garff

Lunes 25 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa La Nación

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