Las didascalias: una
palabra recuperada
Las distintas corrientes de la
teoría literaria consideran la narración y el teatro como géneros diferentes,
con su propia legalidad y su propia especificidad. Aunque los esfuerzos por
delimitar uno y otro continúan verificándose aún en recientes trabajos críticos,
la revalorización de la palabra teatral verificada en las últimas décadas
generó nuevas miradas sobre el texto dramático. En este sentido, el discurso
didascálico mereció especial atención como escritura límite, no ya de la tradicional oposición entre texto y
representación, sino en tanto punto de encuentro (y desencuentro) entre teatro
y literatura.
Las didascalias son precisamente
el aspecto discursivo más complejo y ambiguo del texto dramático y, al mismo
tiempo, el más específico y determinante de su teatralidad.
La didascalias condensa la
duplicidad (presencia-ausencia, realidad-ficción) que funda lo teatral. Son a
la vez actos ilocutorios representativos, que apuntan a la creencia, a hacer
coincidir la palabra con el mundo, a comprometer al locutor con la verdad de lo
expresado, y actos ilocutorios directivos, los cuales en este caso, más que
ordenar, sugieren los modos de materializar la propuesta dramática y/o suplican
─indirectamente─ una cooperación interpretativa por parte del receptor.
Fragmento de:
Beatriz Trastoy, Perla Zayas de
Lima; Lenguajes escénicos, Prometeo,
2006