sábado, 29 de octubre de 2011

Bulbus


De Anja Hilling
 

Siempre resulta atractiva una lejanía imaginaria. En el pueblo de Bulbus hay nieve, hay hielo y hay soledad. Cuatro jugadores de curling interrumpen el paisaje, se paran sobre el hielo y empiezan un juego. En 1983 uno de ellos ejecuta a un juez. Sus cómplices deciden suicidarse para no declarar en su contra: dejan huérfano a un niño de cinco años. En 1983 una de las jugadoras abandona a su pequeña hija en una tienda de Ikea. En su auto escuchaba una canción de Nena. El juego de las representaciones suspende la culpa, pero debajo de toda esta materia grisácea, opaca y uniforme el pasado deja ver dos que figuras empujan con su actualidad y avanzan hacia el presente.

 

Duración: 70 minutos

Ficha técnico artística
 
Autoría: Anja Hilling
Intérpretes: Agustín Allende, Carolina Balbi, Soledad Fernández Mouján, Leticia Frenkel, Pablo Kuguel, Martin Rey
Diseño de escenografía: Félix Padrón
Fotografía: Inés Tanoira
Asistencia de dirección: Irina Stojanoff
Arreglos musicales: Axel Keller
Dirección: Marcela Martino, Mauro Petrillo, Juan Rearte
 
ESPACIO CALLEJÓN
Humahuaca 3759
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Hamlet

Hamlet, la metamorfosis
 
Ha muerto el Rey accidentalmente. Pero su hijo, el joven Hamlet, no logra aceptar que se madre haya vuelto a casarse con su tío consagrándolo Rey. La aparición sobrenatural de lo que parece ser el espíritu de su padre lo alerta del falso relato de su muerte, que fue en realidad un asesinato a manos de su propio hermano. El viejo Rey vuelve del Infierno reclamando venganza por parte de su hijo.
Obligado así a restituir el orden convulsionado del Reino, el Príncipe Hamlet se ve involucrado en una serie de violentos sucesos para los que no parece estar preparado. Abandonando sus propios deseos juveniles de amor y aspiraciones artísticas conseguirá hacer pública la verdad" pero cometerá actos desesperados que terminarán en una catástrofe.
Para que el Tirano muera un brillante joven y varios de sus pares pagarán con su vida la necesidad de reivindicar un sentido de la justicia, que los mayores han elegido traicionar.
 
DIJO LA CRÍTICA:


"Quien crea que por haber visto una versión de Hamlet ha visto todas comete un error de apreciación. Esto lo demuestra Carlos Rivas, con una mirada particular sobre la tragedia shakespeariana. Hamlet, en el cuerpo de una actriz estupenda" Gabriela Toscano realiza un trabajo conmovedor" brillante" También se lucen Mercedes Spangenberg, Catherine Biquard y Pablo Mariuzzi; en composiciones totalmente convincentes."
LA NACIÓN

"El director Carlos Rivas se propuso actualizar el clásico de Shakespeare con una mirada renovadora" En esta tragedia la poesía de Shakespeare es todo lo que cuenta. Deslumbra Gabriela Toscano con una actuación majestuosa""
TIEMPO ARGENTINO

"El director entrega varias e intensas imágenes poéticas" Con Gabriela Toscano se está frente a una gran actriz, indudablemente" y junto a ella se revela una joven actriz: Mercedes Spangenberg. Este nuevo Hamlet permite acceder a nuevas lecturas sobre el clásico"
PERFIL

"Notable potencia de Toscano en Hamlet; tal vez una de las labores teatrales más impactantes de la temporada" Personal versión y dirección de Carlos Rivas" y excelente Catherine Biquard como el enterrador."
REVISTA VEINTITRÉS

"Una excelente obra"
REVISTA Ñ



PREMIOS

PREMIO ACE 2010/11:

MEJOR ESPECTACULO
MEJOR ACTRIZ - Gabriela Toscano
PREMIO MARIA GUERRERO 2010:

Premio ESTÍMULO - Mercedes Spangenberg
NOMINACIONES

PREMIO ACE 2010/11:

MEJOR DIRECTOR - Carlos Rivas
PREMIO MARIA GUERRERO 2010:

MEJOR ACTRIZ - Gabriela Toscano
PREMIO TRINIDAD GUEVARA 2010:

MEJOR ACTRIZ - Gabriela Toscano



Ficha técnico artística

Actúan: Catherine Biquard, Cecilia Delatorre, Jorge Lifschitz, Pablo Mariuzzi, Adriana Marqués, Andrés Portaluppi, Pablo Rinaldi, Carlos Rivas, silvio shuberoff, Mercedes Spangenberg, Gabriela Toscano
Vestuario: Mercedes Spangenberg
Escenografía: Facundo Necchi, Carlos Rivas
Iluminación: Fernando Dopazo
Sonido: Yohana Valdez
Fotografía: Paula Herrera
Asistencia de dirección: Michael Shomron
Prensa: Analia Cobas, Cecilia Dellatorre
Producción ejecutiva: Joaco Laviaguerre
Producción general: Facundo Necchi
Dirección: Carlos Rivas

Web: http://goo.gl/wveVw
ARRIBA DE RIVAS
Estados Unidos 308 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

sábado, 8 de octubre de 2011

Un tranvía llamado Deseo

Ballet Contemporáneo


En la escena final de Un tranvía llamado Deseo de Tennessee Williams, Blanche Dubois, protagonista de la obra, es llevada a un hospital para enfermos mentales.

Ese momento es el punto de partida de esta versión coreográfica. Los acontecimientos más importantes de la vida de Blanche son recreados a través de sucesivos flashbacks,
 
cuando ya todo ha ocurrido y sólo quedan jirones deshilvanados de su memoria. Es una historia hecha de retazos, como Blanche misma, presentada como una personalidad escindida,

a través de la multiplicación en escena de varias Blanches que se mezclan y se confunden.

La obra revive en forma constante y obsesiva los nudos desencadenantes de la progresiva crisis de Blanche: el suicidio de su marido, la imposible convivencia con su hermana y el marido de ésta, la relación con Mitch –de quien recibe afecto y confianza– y, sobre todo, el permanente enfrentamiento con su cuñado Stanley Kowalski.

Blanche y Stanley, dos personajes que al mismo tiempo se atraen y se rechazan, no representan sólo dos mundos y dos culturas muy diferentes. Son también paradigmas de dos épocas que se enfrentan con una total imposibilidad de mutua comprensión.



Duración: 75 minutos

Ficha técnico artística

Intérpretes: Victoria Balanza, Nicolás Berrueta, Nira Bravo, Melisa Buchelli, Facundo Bustamante, Carolina Capriati, Matías de Cruz, Flavia Dilorenzo, Lautaro Dolz, Laura Higa, Theo Kiyoyuki Yano, Matías Mancilla, Gerardo Marturano, Alexis Mirenda, Sergio Muzzio, Leonardo Otárola, Silvina Pérez, Diego Poblete, María Eva Prediger, Rubén Rodríguez, Andrés Rosso, Sol Rourich, Ivana Santaella, Agostina Scarafia, Sofía Sciaratta, Vanesa Turelli, Ivana Villada, Margarita Wolf
Vestuario: Carlos Gallardo
Escenografía: Carlos Gallardo
Iluminación: José Luis Fioruccio
Música: Bela Bartók
Banda de sonido: Edgardo Rudnitzky
Asistencia coreográfica: Miguel Ángel Elías, Elizabeth Rodríguez
Coreografía: Mauricio Wainrot
Dirección: Mauricio Wainrot

Delirios de no se donde


Este año Lita Tancredi presenta en las Vacaciones de Invierno, el estreno de una Obra totalmente diferente a las recientes representadas durante tantos años.
 
Es un llamado a los niños y adultos para reflexionar con profundidad mediante la fantasía y juego teatral, como somos y funcionamos en nuestra vida.
 
Los transporta a un Universo Creativo con aspectos estéticos, coreografías, música popular original en vivo, efectos especiales y artes circenses en trapecio.
 
Los personajes de la Obra son seres diferentes en su apariencia, ideas y mandatos, tales como Carcuja (cara de lechuza), Picapleitos, Draculín, Elada y el Pofesor Semicorchea.
 
Vivos en una maravillosa isla de la que no saben disfrutar lo que les brinda, y sus vidas pasan por momentos de grandes peleas y otros de gran amor y felicidad, por ello pierden el NOMBRE y con ansias tratan de comportarse bien para rescatarlo y vivir en paz. Hasta que un ser Cósmico Elada trata de ayudarlos y que recuperen la identidad..
 


Ficha técnico artística

Actuan: Samuel Aspee, Fernando Aviles, Nicolas Berlanga, Brenda Fernández, Andrea Folkenand
Realización de escenografia: Sonya Sejanovich
Realización de vestuario: Sonya Sejanovich
Música original: Samuel Asper
Fotografía: Federico Ontanilla
Diseño gráfico: Marcela Piazza
Dirección: Lita Tancredi
 
CENTRO CULTURAL LITA TANCREDI
Montecaseros 1177 (mapa)
Mendoza - Mendoza - Argentina
Reservas: 156000536
Entrada - Domingo - 16:30 hs

Antonin Artaud

El teatro y la cultura (I)

Antonin Artaud (1865-1948) fue dramaturgo, ensayista, poeta. A partir de una primera etapa en contacto con el surrealismo, Artaud impone la singularidad de su visión. Alrededor de 1931, empieza a desarrollar su teoría del teatro de la crueldad. En 1936 viaja a México. Vive con los indios tarahumaras y experimenta con el peyote. Vuelve a Francia y emprende un viaje a la Irlanda legendaria, de la que es deportado. Permanece en distintos asilos mentales franceses hasta su muerte. Su obra niega esa conclusión biográfica: lo repite una y otra vez para distintas generaciones, iracundo y genial.


Nunca, ahora que la vida misma sucumbe, se ha hablado tanto de civilización y cultura. Y hay un raro paralelismo entre el hundimiento generalizado de la vida, base de la desmoralización actual, y la preocupación por una cultura que nunca coincidió con la vida y que en verdad la tiraniza.
Antes de seguir hablando de cultura señalo que el mundo tiene hambre, y no se preocupa por la cultura; y que sólo artificialmente pueden orientarse hacia la cultura del pensamiento vueltos nada más que hacia el hambre.
Tenemos sobre todo necesidad de vivir y de creer en lo que nos hace vivir, y que algo nos hace vivir; y lo que brota de nuestro propio interior misterioso no debe aparecérsenos siempre como preocupación groseramente digestiva.
Quiero decir que si a todos nos importa comer inmediatamente, mucho más nos importa no malgastar en la sola preocupación de comer inmediatamente nuestra simple fuerza de tener hambre.
Si la confusión es el signo de los tiempos, yo veo en la base de esa confusión una ruptura entre las cosas y las palabras, ideas y signos que las representan.
No faltan ciertamente sistemas de pensamiento; su número y sus contradicciones caracterizan nuestra vieja cultura europea y francesa; pero, ¿dónde se advierte que la vida, nuestra vida, haya sido alguna vez afectada por tales sistemas?
No diré que los sistemas filosóficos deban ser de aplicación directa e inmediata; pero una de dos:
O estos sistemas están en nosotros y nos impregnan de tal modo que vivimos de ellos (¿y qué importan entonces los libros?), o no nos impregnan y entonces no son capaces de hacernos vivir (¿y en ese caso qué importa que desaparezcan?).
Hay que insistir en esta idea de la cultura de acción y que llega a ser en nosotros como un nuevo órgano, una especie de segundo aliento; y la civilización es la cultura aplicada que rige nuestros actos más sutiles, es espíritu presente en las cosas, y sólo artificialmente podemos separar la civilización de la cultura y emplear dos palabras para designar una única e idéntica acción.
Juzgamos a un civilizado por su conducta, y por lo que él piensa de su propia conducta; pero ya en la palabra civilizado hay confusión; un civilizado culto es para todos un hombre que conoce sistemas, y que piensa por medio de sistemas, de formas, de signos, de representaciones.
Es un monstruo que en vez de identificar actos con pensamientos ha desarrollado hasta el absurdo esa facultad nuestra de inferir pensamientos de actos.
Si nuestra vida carece de azufre, es decir, de una magia constante, es porque preferimos contemplar nuestros propios actos y perdernos en consideraciones acerca de las formas imaginadas de esos actos, y no que ellos nos impulsen.
Y esta facultad es exclusivamente humana. Hasta diré que esta infección de lo humano contamina ideas que debían haber subsistido como ideas divinas; pues lejos de creer que el hombre ha inventado lo sobrenatural, lo divino, pienso que la intervención milenaria del hombre ha concluido por corromper lo divino.
Todas nuestras ideas acerca de la vida deben reformarse en una época en que nada adhiere ya a la vida. Y de esta penosa escisión nace la venganza de las cosas; la poesía que no se encuentra ya en nosotros y que no logramos descubrir otra vez en las cosas resurge, de improviso, por el lado malo de las cosas: nunca se habrán visto tantos crímenes, cuya extravagancia gratuita se explica sólo por nuestra impotencia para poseer la vida.
Si el teatro ha sido creado para permitir que nuestras represiones cobren vida, esa especie de atroz poesía expresada en actos extraños que alteran los hechos de la vida demuestra que la intensidad de la vida sigue intacta, y bastaría con dirigirla mejor.
Pero por mucho que necesitemos de la magia, en el fondo tememos a una vida que pudiera desarrollarse por entero bajo el signo de la verdadera magia.
Así, nuestra arraigada falta de cultura se asombra de ciertas grandiosas anomalías; por ejemplo, que en una isla sin ningún contacto con la civilización actual el simple paso de un navío que sólo lleva gente sana provoque la aparición de enfermedades desconocidas en ella, y que son especialidad de nuestros países: zona, gripe, reumatismo, sinusitis, polineuritis, etcétera.
Y asimismo, si creemos que los negros huelen mal, ignoramos que para todo cuanto no sea Europa somos nosotros, los blancos, quienes olemos mal. Ya hasta diré que tenemos un olor blanco, así como puede hablarse de un “mal blanco”.  
Cabe afirmar que, como el hierro enrojecido al blanco, todo lo excesivo es blanco; y para un asiático el color blanco ha llegado a ser la señal de la más extrema descomposición.




Antonin Artaud
(Fragmento)
El teatro y su doble, 1938, Buenos Aires, Sudamericana, 2005

viernes, 30 de septiembre de 2011

Maniobras


de David Viñas 

“Nos interesa el teatro como reflexión, el teatro es un arte eminentemente político es un espacio de reflexión política”. Así lo expresa Fernando Armani y su proyecto teatral en homenaje a David Viñas: Maniobras en el marco de las producciones teatrales 2011 del Elenco UNGS. Esta obra nos invita a reflexionar sobre nuestra historia por su estructura dramática en relación a la perspectiva política “Fue un trabajo muy interesante y muy intenso, es una obra casi un policial que toca una parte de nuestra historia reciente, una de las más difíciles y controversiales y que en lo personal resultó doloroso el abordaje”. Maniobras (1972) es un texto que expone, dentro del seno familiar, la confrontación política del momento como metáfora de un conjuro que decantará en la noche más larga de nuestra historia. Sobre la obra, el director argumenta: “nos interesa volver a pensar las cosas que sucedieron, como se construyeron para no olvidar y para que no se repitan a partir de eso”. A diferencia de otras producciones del Elenco UNGS, “esta es una obra medio de cámara, por lo general hemos hecho espectáculos con cosas mas multitudinarias y ésta es con pocas actores, entonces estamos haciendo un trabajo muy detallado que no siempre tenemos el tiempo y la posibilidad de hacer”.

Actúan: Juan Fernández, Graciela Pérez, Patricia Labanca, Marcela Margueirat, Jorge Lohigorry y Jerónimo Cejas.
Escenografía: Marina Devesa. Vestuario: Graciela Caruso.
Dirección: Fernando Armani.
Producción: Centro Cultural UNGS
Funciones todos los viernes de septiembre y octubre. 21hs Sala de Teatro Daniel Nanni CCUNGS.
Bono contribución: $20.
Reservas farmani@ungs.edu.ar
Poner en el asunto: Entradas “Maniobras”

sábado, 17 de septiembre de 2011

Quizás quiso decir

Obra de clown (humor absurdo).
 
Es una obra de clown (humor absurdo). Dos hombres pescan y entre pique y pique esperan. ¿Qué? ¿Picar algún recuerdo? La sustancia del encuentro es la memoria y los viajes delirantes que transitan entre reflexiones filosóficas y juegos absurdos. Emprenden un viaje de gran intimidad. ¿Se conocen? Tal vez no importe. Están solos y mientras pescan se reconocen a sí mismos.



Duración: 60 minutos

Ficha técnico artística

Actuan: Ignacio Albani, Pablo Algañaraz
Dirección: Agustin Flores Muñoz

Yo adivino el parpadeo

De Guillermo Camblor
 
Un día cualquiera, inesperadamente, después de una silenciosa y prolongada ausencia, ella y él se encuentran.
Y entonces crece el interrogante.¿Cómo se enfrenta al otro cuando el tiempo pareciera casi haber borrado los recuerdos?
Quizás aún se esté a tiempo de recuperar algo de aquel amor, que alguna vez fue.
YO ADIVINO EL PARPADEO nos ofrece un juego teatral entrañable, llevado adelante por personajes rebosantes de humanidad que en su peripecia conjugan calidez, emoción, humor y ternura.
 


Duración: 80 minutos

Ficha técnico artística

Autoría: Guillermo Camblor
Actuan: Carolina Papaleo, Rubén Stella
Bailarines: Lucas Gou, Claudia Incze
Músicos: Ricardo Badaracco
Prensa: Alicia Accinelli
Dirección: Julio Baccaro

Ricardo Monti

"Cuando escribo, siento la música"

A 30 años de su estreno original, su obra "Marathon" vuelve a la cartelera. Maestro de autores, define a su pieza como "una reflexión amarga de la condición humana".


Imagínese que sale a caminar una noche de otoño por las calles de Buenos Aires. Pasa el tiempo y, sin que se dé cuenta, de golpe, se encuentra en un barrio totalmente desconocido. ¿Puede ser que acaba de oír el clang-clang de un tranvía? No hay ni un auto ni una persona en la calle. ¿Se olvidó, acaso, de que hay toque de queda?, ¿o tal vez está soñando? Mira un parque arbolado. ¿Puede ser que haya visto a una figura fugaz vestida de conquistador? Se escuchan aullidos. Hace mucho frío. De golpe, en una esquina, un viejo salón de baile suburbano de la que sale música ¿de cabaret?, ¿tango?, ¿música de circo? Paga la entrada y entra. Toma asiento. Sobre un escenario cinco parejas agotadas, polvorientas, grotescas y elegantes, a la vez, bailan. Y allí, entre ellas, el animador. ¿Un bufón endemoniado? ¿Un Tinelli creado por Kafka? Los fustiga con sus palabras. Los alienta en seguir en el concurso. Los amenaza con El Premio. Y usted se da cuenta de que no va a salir nunca de este salón. Está en el mundo de Ricardo Monti, está en la obra Marathon. Se estrenó por primera vez en Buenos Aires, en 1980. Ahora la puede ver, dirigida por Villanueva Cosse, en el Teatro Nacional Cervantes.

Nos juntamos con Monti, dramaturgo, y gran formador de dramaturgos en su casa de Palermo. Sobre su sillón están amontonados diccionarios y manuscritos. Toma té de una enorme taza y contesta las preguntas sin apuro, sonriente. Uno se encariña con él rápidamente.

¿Me puede contar del primer estreno de Marathon? Fue en plena dictadura...

Sí, y es la única obra mía concebida y escrita dentro de ese período. La obra intentó ser una radiografía del alma durante la dictadura. Pero claro, no era teatro estrictamente político; sino que tenía todo un trasfondo filosófico. Pero ese trasfondo filosófico estaba, a su vez, determinado por las circunstancias históricas en las cuales yo pensaba en ese momento. Cuando esa obra se hizo en Alemania por primera vez, me sorprendió. ¿Por qué este público tan ajeno a nuestra realidad se pudo conectar con esta saga, con esta epopeya de estos seres desesperados por sus existencias, sus existencias cotidianas?

Es que allí está el trasfondo del nazismo...

Sí, por un lado. Pero también esta el tema más general de la condición humana. Marathon es una reflexión amarga sobre la condición humana.

Empezó escribiendo poesía. ¿Cómo fue la decisión de escribir textos dramáticos?

Siempre busqué el teatro porque me impactó de una experiencia que tuve de muy chico, a los 12 o 13 años. Pero no me salía, no sabía cómo escribir teatro. Entonces me dediqué mucho a practicar en la narrativa. Y efectivamente, escribía una novela, que estaba bastante avanzada, cuando tuve una especie de iluminación respecto de cómo era escribir teatro. Que no era escribir diálogos meramente. Sino que era tener un tipo de concepción y de imagen. Y esa novela se transformó en mi primera obra de teatro. Eso pasó cuando encontré el espacio escénico que podía concentrar toda una historia, cuando entendí que yo podía absorber en una especie de lugar magnético toda una historia y comprenderla íntegramente.

¿Esa iluminación la recuerda bien?

Estaba escribiendo en un bar donde solía ir, cerca de la antigua Facultad de Filosofía y Letras, en la calle Viamonte y San Martín, cerca del Payró. Y recuerdo perfectamente en qué mesa estaba, junto a qué ventanal. Y allí, escribiendo, pasó este autodescubrimiento de cómo escribir teatro. Toda esa historia que yo estaba contando narrativamente podía refluir o concentrarse en un espacio determinado... A partir de allí me dediqué al teatro.

¿Y cómo ha evolucionado desde ese momento?

Todo sigue derivándose a otros lugares. En un momento, mis obras se fueron haciéndose tan complejas que se descosían. Porque la presión de la expansión de la historia fue muy fuerte. Así como de la novela derivé al teatro, finalmente el teatro me llevó a la novela. Y estoy allí, luchando con una novela. El tema es que con la novela hay que tener una fortaleza hasta física.

¿Y tiene una rutina estricta?

No, no, no. En ese sentido me he liberado de mí mismo. Cuando yo era joven, si no escribía una determinada cantidad de palabras por día, decaía en un estado de angustia espantosa. Pero de eso me he liberado y ahora escribo cuando tengo necesidad. Hay oleadas de 24 horas y a veces pasan semanas de elaboración interna. Y eso no me angustia.

¿Siempre quiso ser escritor?

A los siete u ocho años leí Tom Sawyer pero, curiosamente, lo que surgió de allí fueron las ganas de escribir un poema. Recuerdo el primer poema que, de pronto, surgió dentro de mí como una especie de música inagotable. Y yo en ese momento sentí que eso era tal: una música inagotable. Y siempre, cuando escribo, siento mucho la música de las escenas, de los diálogos, siento esta estructura musical. Eso me acompañó siempre. Y en ese momento me sentí, o algo en mí se definió como escritor. Supe que iba a ser escritor a los ocho años. Y nunca tuve en mente otra cosa.

¿Usted eligió quedarse aquí en la Argentina durante la dictadura?

Sí, fue una decisión consciente. Además, pasé momentos de riesgo personal. Apareció mi nombre en una de las famosas listas..., pero me quedé. Di mis clases; me dediqué a formar, de alguna manera, a las generaciones futuras, para que no se perdiera una determinada tradición. Y, bueno, fui visitado por seudoalumnos... En ese sentido, siempre tuve un sexto sentido; de manera que apenas abría la puerta ya sabía quién era...

Dentro de las constricciones de la época, ¿se podía enseñar?

Sí, de hecho formé toda una generación de autores jóvenes, nuevos: Mauricio Kartun, Jorge Huertas, bueno, tantos... Que a su vez fueron formando gente también.

¿Y cómo enseña ahora?

Sigo determinados principios que están dados por esas iluminaciones que tienen que ver con el trabajo con la imagen interna, con la imagen transportando teatralidad. Cómo trabajar los diálogos, los personajes y la estructura teatral desde las imágenes. Esa es la vía maestra. Pero, en realidad, uso mi oído musical fundamentalmente. Me viene alguien, me lee, y yo inmediatamente detecto cuando una nota es falsa, cuando una nota desafina.

¿Le dijo a algún alumno que no iba a poder ser escritor?

No. Porque uno es falible en ese sentido. Muchas veces yo he creído durante un largo tiempo que alguien no tenía condiciones y se ha revelado como un gran escritor; una vez que se ha hecho el trabajo necesario para sacar de encima todas las trabas que estorbaban su talento. Yo no juzgo. Hago todo mi esfuerzo para que ellos se encuentren con su autenticidad. Y sé cuando algo es auténtico o no. Y allí soy inflexible. Con cuidado. El desarrollo artístico hay que cuidarlo mucho. A un talento incipiente e inseguro de sí mismo le podés hacer mucho daño.


Andrés Hax para la revista “Ñ” del 11/03/2010
www.revistaenie.clarin.com

sábado, 10 de septiembre de 2011

Espejos circulares


De Annie Baker
 
(“Circle Mirror Transformation”)

“¿Alguna vez te preguntaste cuántas veces tu vida se va a terminar? ¿Cuantas veces tu vida va a cambiar por completo para después empezar todo de vuelta?
Y sentís como si lo que te pasó antes no hubiera sido real y lo que te pasa ahora en realidad es.”

Talleres de escritura, cocina, canto, teatro… ¿Buscamos ser escritores, cocineros, cantantes, actores? ¿O en realidad buscamos descubrir nuestra verdadera identidad, entenderla, mejorarla? ESPEJOS CIRCULARES cuenta la historia de un grupo de teatro para aficionados. Cinco almas perdidas que se animan a recorrer esta aventura con tanto humor como entusiasmo. Y con todos los miedos posibles. Pero pronto, comienzan a conocer más de sí mismos y de los otros; más de lo que hubieran imaginado… o deseado. ¿Hasta dónde nos atrevemos a exponernos, a hacer el ridículo? ¿Somos capaces de revelar nuestros más íntimos secretos ante los demás? ¿Y a qué precio? Una comedia sobre la vocación, el miedo a la soledad y la maravillosa incertidumbre de vivir.

Comenta la autora Annie Baker: “Inicialmente me resistí a escribir sobre temas que ronden el teatro, porque “la obra dentro de la obra” ya fue abordada innumerables veces. Pero me encontré escribiendo en forma compulsiva sobre estas extrañas escenas y ejercicios de dramatización que tomaban lugar dentro de un pequeño y encerrado estudio de teatro. Entonces me dí cuenta de lo fascinada que estoy por el rol terapéutico de las artes. Así que esta obra trata en realidad sobre varias semanas de terapia de grupo de cinco personas que estarían demasiado avergonzadas como para inscribirse en un grupo de terapia. En Espejos Circulares no hay una obra dentro de una obra. Tan sólo trata sobre caminatas con los ojos cerrados, arriesgar asociaciones libres y atreverse a bailar el hula hula.”

7 nominaciones Premios ACE 2011

Mejor Comedia

Mejor Director de Comedia (Javier Daulte)

Mejor actriz protagónica de comedia (Soledad Silveyra)

Mejor actriz de reparto en comedia (Andrea Pietra - Victoria Almeida)

Mejor actor de reparto en comedia (Jorge Suárez)

Mejor producción (Pablo Kompel)


Duración: 95 minutos

Ficha técnico artística

Autoría: Annie Baker
Versión: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Actuan: Viki Almeida, Boy Olmi, Andrea Pietra, Soledad Silveyra, Jorge Suarez
Diseño de escenografía: Alicia Leloutre
Diseño sonoro: Eli Sirlin
Sonido: Pablo Abal
Diseño gráfico: Romina Juejati, Gabriela Kogan
Supervisión de vestuario: Mariana Polski
Asistencia de dirección: Laura Brangeri
Producción general: Pablo Kompel
Supervisión técnica: Jorge Pérez H. Mascali
Dirección: Javier Daulte

Toc Toc


De Laurent Baffie
 
Seis personajes que padecen trastornos obsesivos compulsivos (TOC) se encontrarán y se conocerán en la sala de espera de un afamado psiquiatra con el fin de solucionar sus problemas. El psiquiatra nunca acudirá a la terapia y serán ellos los que tengan que llegar a sus propias conclusiones.

 


Ficha técnico artística

Autoría: Laurent Baffie
Adaptación: Jorge Schussheim
Traducción: Julián Quintanilla
Actuan: Daniel Casablanca, Mauricio Dayub, María Fiorentino, Diego Gentile, Eugenia Guerty, Melina Petriella
Vestuario: Sofía Di Nunzio
Escenografía: María Oswald
Iluminación: Adriana Antonutti
Fotografía: Alejandra López
Diseño gráfico: Gabriela Kogan
Asistencia de dirección: Diego Del Río
Prensa: Raul Casalotti
Producción ejecutiva: Rosana Del Rosso
Producción: Sebastián Blutrach, Eloisa Canton, Morris Gilbert, Bruno Pedemonti
Jefe de escenario: Juan Arana
Coaching actoral: Matías Strafe
Dirección: Lía Jelín

Espectros


De Henrik Ibsen
 
 "Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida"

Henrik Ibsen

Llega a la calle Corrientes uno de los clásicos del dramaturgo noruego, Henrik Ibsen (Casa de Muñecas) de la mano del director Mariano Dossena (Los invertidos) con Ingrid Pelicori, Walter Quiroz, Marcelo Bucossi, Horacio Acosta e Iride Mocket, mas el cantante contratenor Joaquín Rodriguez Soffredini, escenografía y vestuario de Nicolás Nanni y produccion de Pablo Silva.

Una de las temáticas principales a lo largo de toda la obra de Ibsen es la rebelión de la mujer contemporánea y, si bien en "Espectros" esta búsqueda se hace visible, también bordea otras cuestiones, tales como la renovación espiritual, el karma, la herencia, la orfandad, la búsqueda de la identidad y, por sobre todo, aquellas cosas no visibles que determinan nuestro destino.

¿Cuánto de todo lo que tapamos, vuelve; se convierte en fuego, en piedras para con nuestro andar? ¿Cuánto de aquello que somos viene con nuestros antepasados? ¿Cuántos fantasmas, creencias muertas habitan en nuestro ser, en nuestro destino?

"Creo uno de los motivos por los cuales elijo los autores clásicos es porque, más allá de su fuerte estructura dramática, abordan temas que me atraviesan tales como la identidad, las relaciones humanas, el destino, el espíritu. Es en ellos donde las repuestas que se me aparecen son -desde mi punto de vista- elevadas. Abordarlos es para mí un puente a nuevos pensamientos que contribuyen al crecimiento, a la reflexión. En el caso de Ibsen, lo que me atrapó fue su perfección dramática y su visión adelantada. Con "Espectros" se devela una nueva forma de entender lo espiritual que coincide, en varios puntos, con el budismo - otra filosofía de la cual soy un declarado apasionado-, la transformación del karma; la simple alegría de estar vivo, el intentar convertir la oscuridad en luz, son temas fundamentales en esta obra del genial noruego. Como director, uno de los desafíos que me propuse fue el de serle fiel a la época; que la puesta transpire una Noruega a finales del 1800, ese clima nórdico. Intuyo que la distancia temporal potencia la metáfora del autor", declara Mariano Dossena

Síntesis // La señora Alving es viuda y recibe a Osvaldo su único hijo quien, enfermo, regresa a su casa de la infancia. Todo lo que durante años, ha sido ocultado respecto de la vida del difunto marido de Alving, saldrá a luz sin morfina, ni anestesia alguna. El karma de la familia volverá con el fuego, cada llama depurará, una a una, todas las mentiras.


Duración: 80 minutos

Ficha técnico artística

Autoría: Henrik Ibsen
Actuan: Horacio Acosta, Marcelo Bucossi, Iride Mockert, Ingrid Pelicori, Walter Quiroz
Cantantes: Joaquin Soffredini
Vestuario: Nicolás Nanni
Escenografía: Nicolás Nanni
Iluminación: Pedro Zambrelli
Fotografía: Anna Lee
Diseño gráfico: Andrés San Martin
Asistencia general: Tony Chavez, María José Urlezaga
Asistente de producción: Tatiana D'Agate
Prensa: Silvina Pizarro
Producción ejecutiva: Ana Ortiz
Producción: Pablo Silva
Dirección: Mariano Dossena

La guerra de los Roses


De Warren Adler
 
En el marco de una ingeniosa adaptación teatral de la película que se convirtió en un clásico de la pantalla grande, Suar y Peterson interpretarán a Octavio y Bárbara, un matrimonio en pleno proceso de divorcio en el que ambos están dispuestos a todo para quedarse con la casa que, durante años, ofició de vivienda familiar y que ahora se ha convertido en un botín de “guerra”. Una propuesta más que interesante que mostrará aspectos de la vida conyugal comunes a todas las parejas pero con una buena


Ficha técnico artística

Autoría: Warren Adler
Adaptación: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Traducción: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Actuan: Fabián Arenillas, Alejandro Paker, Carla Peterson, Adrián Suar
Diseño de vestuario: Pablo Battaglia
Diseño de escenografía: Alberto Negrín
Diseño de luces: Gonzalo Córdova
Diseño sonoro: Gastón Brisky
Música: Iván Wyszogrod
Efectos especiales: Iván Wyszogrod
Asistencia de dirección: Roberto Canepa
Producción ejecutiva: Joaquín Laviaguerre
Producción: Lino Patalano, Adrián Suar
Dirección de Producción: Mar
Dirección: Marcos Carnevale

La pulga en la oreja


De Georges Feydeau
Una mujer desconfía de la fidelidad de su marido, el Sr. Montalbán.  Por ello le pide a una amiga que le escriba una carta amorosa anónima, dándole cita en un hotel manejado por una Sra. Muy mandona y empleados bastantes particulares , entre ellos, un sujeto idéntico a Montalbán, lo que le da pie a un complejo entramado de confusiones y situaciones hilarantes dentro del lujoso? hotel. En medio de entradas, salidas, maridos celosos y disparos perdidos se desarrolla esta obra de G. Feydeau ambientada en los años 70.


Duración: 99 minutos

Ficha técnico artística
Autoría: Georges Feydeau
Adaptación: Telémaco Contestabile
Actuan: Mariella Ballarino, Hernán Figueroa, Freddy Hellraiser, Karem Love, Leandro Orowitz, Constanza Pontoriero, Pablo Riart, Maria De Los Angeles Rodriguez, Claudio Rojas, Morena Rolon, Alberto Saldaña, Carlos Sarracini, Federiko Sellanes, Gisela Shutz, Guido Suller, Tomasito Suller
Dirección: Daniel Godoy

La última pieza


De Christian Lange

La Última Pieza presenta un encuentro entre Klaus y Erika Mann, en la habitación de un hotel en Cannes, en el otoño de 1949. Un Wendepunkt, un momento del tiempo y del espacio donde todo se condensa: el pasado, el presente, la nostalgia, los sueños y pesadillas, sus carreras y sus frustraciones y, sobre todo, la eterna contradicción, la pelea entre Disciplina y Desenfreno, que vuelve una y otra vez a atravesarlos. Las confesiones y lo callado, el deseo detrás de la puerta, el deseo bajo las sábanas, los fantasmas que los rondan y la voluntad de vivir, la voluntad de escribir una última pieza.



Duración: 60 minutos

Ficha técnico artística

Autoría: Christian Lange
Actuan: Mario Alba, Julieta Correa
Diseño de maquillaje: Paola Constantino
Diseño de peinados: Paola Constantino
Diseño de vestuario: Rocio Di Nucci
Diseño de escenografía: Rocio Di Nucci
Diseño de luces: Daniel Bustamante
Video: Damian Coluccio
Música original: Mariano Vitale
Fotografía: Lis Rivas Nanizzi
Diseño gráfico: Lis Rivas Nanizzi
Asistencia de escenario: Lola Sierra
Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin
Puesta en escena: Flavia Evangelina Vitale
Dirección: Flavia Evangelina Vitale

CORRIENTES AZUL

Mujer armada hombre dormido


De Martín Flores Cárdenas
 
Un ama de casa planea el crimen perfecto. Un hombre abandona a su familia por teléfono. Una camarera le oculta a su hijo la verdadera identidad de su padre. Un alcohólico recuperado le hace abortar a su esposa un embarazo ajeno. Un policía intenta poseer en sueños a una antigua novia de su padre. Y un proxeneta le ofrece un trato diferencial a una prostituta inexperta. Cuatro actores interpretarán los distintos roles de este laberinto de historias con final incierto.

 

Duración: 45 minutos

Ficha técnico artística
 
Dramaturgia: Martín Flores Cárdenas
Actuan: Ximena Banús, Laura López Moyano, Javier Pedersoli, Germán Rodríguez
Diseño de vestuario: Cecilia Zuvialde
Diseño de escenografía: Alicia Leloutre
Diseño de luces: Javier Casielles
Diseño sonoro: Leandro Cattani
Diseño gráfico: Joel Pesoa Irigoyen
Asistencia de dirección: Soledad Gaspari, Fernanda Llamas Scheffer
Producción ejecutiva: Fernando Madedo
Dirección: Martín Flores Cárdenas

La astucia del aburrimiento


Me hallaba un día en una universidad inglesa, durante el ciclo de conferencias que sirvieron de base para mi libro El espacio vacío, subido a una tarima frente a un gran agujero negro, y en el fondo de aquel agujero distinguía vagamente a unas cuantas personas sentadas en la oscuridad. Cuando empecé a hablar tuve la sensación de que todo lo que decía no tenía el menor sentido. Me fui deprimiendo cada vez más ante la imposibilidad de hallar un medio natural para llegar hasta ellos.
Los ví sentados como alumnos atentos, esperando las palabras sabias con las que llenarían sus libretas de apuntes, mientras yo representaba el papel de profesor investido de la autoridad que confiere una altura de dos metros por encima de los que escuchan. Afortunadamente tuve el valor de interrumpirme y sugerir que buscáramos un nuevo espacio. Los organizadores se dedicaron a recorrer la universidad hasta que hallaron una habitación que era demasiado estrecha y muy incómoda, pero donde nos fue posible desarrollar una relación más natural e intensa. Cuando empecé a hablar de nuevo, percibí de inmediato que bajo esas nuevas condiciones se había establecido también un nuevo contacto entre los estudiantes y yo. A partir de ese momento fui capaz de hablar con toda libertad y el público disfrutó de nuestra liberación. Las preguntas, al igual que las respuestas, fluyeron sin dificultad. Aquel día aprendí una importante lección sobre el espacio, que se convirtió en la base de los experimentos emprendidos muchos años después en París, en nuestro Centro Internacional de Experimentación Teatral.
Es necesario crear un espacio vacío para que se produzca algo de calidad. Un espacio vacío permite que nazca un nuevo fenómeno, ya que sólo si la experiencia es fresca y nueva podrá existir cuanto se relacione con contenido, significado, expresión, lenguaje y música. No obstante, no hay experiencia fresca y nueva sin un espacio puro, virgen, para albergarla.

Un director sudafricana de gran dinamismo, que creó un movimiento de teatro negro en los municipios negros de Sudáfrica, me dijo en una ocasión: “Todos hemos leído El espacio vacío, nos ha ayudado mucho”. Me sentí halagado, pero también sorprendido, ya que la mayor parte del libro se había escrito antes de nuestras experiencias en África y hacía referencia a teatros de Londres, París, Nueva York... ¿Qué utilidad podían haber encontrado en el texto? ¿Cómo era posible que hallaran sentido en el libro? ¿Qué relación podía tener con la tarea de introducir el teatro en las condiciones de vida de Soweto? Formulé la pregunta y él me respondió: “¡La primera frase!”

Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro lo observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral

Antes de leer el libro estaban convencidos de que hacer teatro en sus condiciones los abocaría al desastre sin remedio, porque en los municipios negros de Sudáfrica no había un solo “edificio de teatro”. Creían que no podrían llegar muy lejos si no disponían de teatros de un millar de asientos, con telones y telares, luces y focos de colores, como en París, Londres y Nueva York. Y de repente descubrieron un libro cuya primera frase afirmaba que tenían todo lo que necesitaban para hacer teatro.
A principios de los años setenta empezamos a hacer experimentos fuera de lo que se consideraba “un teatro”. Durante los primeros tres años realizamos cientos de representaciones en la calle, en cafés, en hospitales, en las antiguas ruinas de Persépolis, en poblados africanos, en garajes americanos, en cuarteles, entre bancos de cemento de parques urbanos... Aprendimos mucho; para los actores la experiencia más importante fue actuar frente a un público al que veían, en comparación con los públicos invisibles a los que estaban acostumbrados. Muchos de ellos habían trabajado en grandes teatros convencionales y experimentaron una fuerte conmoción al hallarse en África en contacto directo con el público, con el sol como único foco, uniendo a espectador e intérprete bajo un mismo resplandor imparcial. Bruce Myers, uno de nuestros actores, dijo en una ocasión: “En los diez años de mi vida profesional en el teatro jamás había visto a las personas para las que hago este trabajo. De repente las veo. Hace un año me hubiera aterrorizado la sensación de desnudez. Me habrían quitado la más importante de mis defensas. Hubiera pensado : «¡Qué pesadilla ver sus caras!»”. De repente se dio cuenta de que, muy al contrario, ver a los espectadores daba un nuevo sentido a su trabajo. Otro de los aspectos del espacio vacío es que el vacío se comparte: es el mismo espacio para todos los presentes.

Peter Brook, (1993) La puerta abierta. Reflexiones sobre la interpretación y el teatro, Alba Editorial, 1997

sábado, 3 de septiembre de 2011

Enrique IV



De Luigi Pirandello
 
Por el Complejo Teatral de Buenos Aires
 
La obra
Mientras interpreta al Emperador Enrique IV de Alemania en una cabalgata de carnaval, un aristócrata italiano del siglo XX sufre una traumática caída de su caballo, quedando fijado en esa personalidad. Luego de veinte años, un grupo de amigos, acompañados por un psiquiatra, se presentan en la residencia en la que Enrique IV sigue representando, con el vestuario, la escenografía y los personajes de época, su comedia de glorias y humillaciones. Su propósito es intentar una curación mediante un shock en la conciencia y en la memoria del enfermo.

 

Ficha técnico artística
 
Autoría: Luigi Pirandello
Traducción: Daniel Brarda, Ingrid Pelicori
Actuan: Alfredo Alcón, Osvaldo Bonet, Pablo Caramelo, Roberto Castro, Francisco Civit, Analía Couceyro, Pablo Messiez, Horacio Peña, Javier Rodríguez, Elena Tasisto, Lautaro Vilo
Vestuario: Jorge Ferrari
Escenografía: Jorge Ferrari
Iluminación: Gonzalo Córdova
Asistencia de escenografía: Andrea Mercado
Asistencia de iluminación: Magali Acha
Asistencia de vestuario: Andrea Mercado
Asistencia de dirección: Ana María Converti
Coordinación de producción: Lorenzo Juster
Dirección: Rubén Szuchmacher

El gran regreso



De Serge Kribus
 
Cuando Boris (Alfredo Alcón) llega sin aviso a instalarse al departamento de su hijo Enrique (Nicolás Cabré) lo descubre recién separado y desempleado. Boris, pleno de entusiasmo, busca prepararse para un rol que significaría su gran regreso al escenario. Enrique sólo busca tranquilidad y rehacer su vida. Con diálogos sorprendentes, por momentos dolorosos, por momentos fascinantes, ambos chocarán, se lastimarán, se evitarán, se reunirán y reirán nerviosamente para esconder sus lágrimas. A través de la confrontación entre un padre y un hijo, El Gran Regreso nos habla con sólida relevancia sobre la paternidad, el amor, el matrimonio, las heridas de la historia y la vida, y la necesidad de reconciliarse con uno mismo.


Ficha técnico artística

Autoría: Serge Kribus
Versión: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Actuan: Alfredo Alcón, Nicolás Cabré
Escenografía: Emilio Basaldúa
Supervisión de escenografia: Verónica Lavenia
Diseño de luces: Gonzalo Córdova
Supervisión de vestuario: María Lazo
Asistencia de dirección: Jonathan Goransky
Productor asistente: Jonathan Goransky
Producción ejecutiva: Ariel Stolier
Producción general: Pablo Kompel, Adrián Suar
Colaboración artística: Osvaldo Bonet
Supervisión técnica: Jorge Pérez
Dirección: Alfredo Alcón

Las variaciones Goldberg


De George Tabori
 
Con aspiraciones divinas, el director teatral Mr. Jay pone en escena una obra de teatro cuyo guión es la Biblia, ayudado por su asistente judío Goldberg (el nombre remite a una pieza de Bach). Desde la luz y las tinieblas hasta la crucifixión, y desde el primer día de ensayo de esa obra hasta el estreno, en Las variaciones Goldberg –mezcla de comedia de humor negro con tragedia– se evidencia el mal funcionamiento del mundo, o al menos la necesidad de repensarlo.

 


Ficha técnico artística

Autoría: George Tabori
Actuan: Nicolás Abeles, Alfredo Alcón, Marita Ballesteros, Martín Chiara, Gabo Correa, Lautaro Delgado, Sergio Grimblat, María Ibarreta, Maximiliano Moldavsky, Santiago Pedrero, Verónica Piaggio, Juan Pablo Rinaldi, Javier Van De Couter, Fabián Vena, Franco Gabriel Verdoia
Vestuario: Julio Suárez
Escenografía: Oria Puppo
Iluminación: Jorge Pastorino
Musicalización: Oscar Edelstein
Dirección: Roberto Villanueva

La tempestad





De William Shakespeare


Ficha técnico artística

Autoría: William Shakespeare
Intérpretes: Alfredo Alcón
Dirección: Luís Pasqual

Ricardo III



De William Shakespeare
 

Ficha técnico artística

Autoría: William Shakespeare
Versión: Agustín Alezzo
Intérpretes: Alfredo Alcón, Márgara Alonso, Graciela Araujo, Willy Barbosa, Osvaldo Bonet, Roberto Carnaghi, Manuel Cruz, Nestor Ducó, Oscar Ferrigno, Bernardo Forteza, Nicolás Frei, Miguel Habud, Lydia Lamaisón, Lizardo Laphitz, Valeria Lorca, Jorge Mayor, Ricardo Merkin, Miguel Moyano, Jorge Petraglia, Luciano Suardi, Ramiro Vayo
Escenografía: Marta Albertinazzi
Iluminación: Héctor Calmet
Música: Edgardo Rudnitzky
Dirección: Agustín Alezzo

Los días felices


De Samuel Beckett
 

Ficha técnico artística

Autoría: Samuel Beckett
Intérpretes: Oscar Escobar, Juana Hidalgo
Vestuario: Rosa Zemborain
Escenografía: Héctor Calmet
Iluminación: Héctor Calmet
Música: Luis Reales
Dirección: Alfredo Alcón

El caballito soñado




Ficha técnico artística

Intérpretes: Juana Hidalgo
Vestuario: Rosa Zemborain
Iluminación: Lito Pastrán
Dirección: Alfredo Alcón

Peer Gynt


De Henrik Ibsen
 

Ficha técnico artística

Autoría: Henrik Ibsen
Versión: Omar Grasso, Antonio Rodríguez de Anca
Intérpretes: Alfredo Alcón, Graciela Araujo, Paula Cañáis, Roberto Carnaghi, Adriana Filmus, Patricia Gilmour, Juana Hidalgo, Patricia Kraly, Tony Lestingi, Jorge Mayor, Ivan Moschner, Ingrid Pelicori, Horacio Peña, Rafael Rodríguez, Luis Romero, Beatriz Spelzini, Leopoldo Verona
Vestuario: Renata Schussheim
Escenografía: Ariel Búfano, Omar Grasso, Adelaida Mangani, Renata Schussheim
Iluminación: Ernesto Diz
Música: Jorge Valcarcel
Dirección: Omar Grasso

Los caminos de Federico



Espectáculo sobre textos de Federico

García Lorca

 

Ficha técnico artística

Intérpretes: Alfredo Alcón
Música: Luís Llacb
Dirección: Luís Pascual

Hamlet



De William Shakespeare
 

Ficha técnico artística

Autoría: William Shakespeare
Versión: Luis Gregorich
Intérpretes: Mario Alarcon, Alfredo Alcón, Graciela Araujo, Aldo Braga, Roberto Carnaghi, Alfredo Duarte, Roberto Mosca, Mario Pasik, Horacio Peña, Juan Carlos Puppo, Hugo Soto, Elena Tasisto, Leopoldo Verona
Vestuario: Emilio Basaldúa
Música: Gerardo Gandini
Dirección: Omar Grasso

Yerma


De Federico Garcia Lorca
 

Ficha técnico artística

Autoría: Federico Garcia Lorca
Intérpretes: Alfredo Alcón, Thelma Biral, María Casares, Eva Franco, José María Vilches
Vestuario: Eduardo Bergara Leumann, Gori Muñoz
Escenografía: Gori Muñoz
Dirección: Margarita Xirgu

Información adicional
Histórico de funciones (1)

El teatro del mundo


Teatro tradicional japonés

El teatro japonés, es un teatro escrito e interpretado en Japón desde el siglo VII d.C. hasta nuestros días. Durante este periodo el teatro japonés ha evolucionado y ha dado lugar a una amplia variedad de géneros caracterizados generalmente por la fusión de elementos dramáticos, musicales y de danza. La música y la danza, así como los temas, decorados, vestuario y estilos interpretativos, se regían hasta hace poco tiempo por una normativa muy estricta y ofrecían relativamente pocas cualidades realistas o naturalistas. Algunos géneros están formados casi de forma exclusiva por un repertorio fijo de obras, que a menudo son milenarias.
La primera forma conocida de espectáculo teatral japonés es el Gigaku, que fue introducido en Japón en el 612 d.C. desde el sur de China, y pudiera ser en su origen hindú o incluso griego. Las danzas Gigaku, interpretadas con máscaras, parecen haber sido cómicas. En el siglo VIII el Gigaku cayó en desuso porque su carácter frívolo disgustaba a los gobernantes japoneses de ese periodo. Fue sustituido sobre todo por el bugaku, otro espectáculo importado de China. Las danzas Bugaku presentaban situaciones simples como el retorno de un general de la guerra. Los intérpretes llevaban togas, y sus danzas tenían un esplendor exótico. Los gobernantes japoneses, en un intento de imitar los modos de la corte china, favorecieron el Bugaku, tanto por su solemnidad como por su similitud con los entretenimientos cortesanos de China, y así adquirió rápidamente carácter ritual. Hoy en día el Bugaku sólo puede contemplarse en ceremonias.
Un tipo de espectáculo acrobático conocido como Sangaku fue también importado desde el continente asiático y se hizo popular en el siglo VIII, con lo cual influyó en el teatro japonés. Los números típicos eran el funambulismo, el malabarismo y la introducción de espadas en la boca. Una combinación de estas representaciones y las canciones y danzas sagradas asociadas con la religión de sinto evolucionaron gradualmente hacia formas más complejas de espectáculo.
Documentos del siglo XI atestiguan la existencia de pequeñas obras cómicas, así como de una obra que todavía se representa, la danza ritual Okina, que podría provenir de este periodo. También se representaban obras en festivales religiosos para apoyar las plegarias de los sacerdotes por las cosechas o para ilustrar la historia de los templos donde se celebraban tales festivales. Los actores y músicos se organizaban en compañías.
La cultura japonesa ha producido dos formas de teatro interesantes y originales, el teatro No y el Kabuki.
En el siglo XIV, surgió uno de los mayores logros artísticos teatrales, el género No, y casi no se ha modificado en los últimos seis siglos. Sus obras incluían danzas solemnes cuyo objetivo era sugerir las emociones más profundas del personaje principal, y estaban escritas en la lengua poética de los clásicos japoneses. A menudo el programa también contaba con la representación de las farsas Kyōgen, cuya característica principal era la de haber sido escritas en lengua coloquial.
Los fundadores de esta tradición, Kannami Kiyotsugu y su hijo Zeami Motokiyo, depuraron su estilo teatral, para halagar el gusto de la exigente aristocracia japonesa, que había transformado actividades cotidianas, como beber té y hacer arreglos florales, en actividades artísticas elegantes. El No alcanzó el máximo prestigio gracias al genio de estos grandes dramaturgos y consiguió el patronazgo del sogunado de Ashikaga después de que el jefe militar viera actuar a Zeami en 1374. Éste hizo del No un tipo de teatro refinado y aristocrático, pero tras su muerte tendió a perder su vitalidad creadora y a convertirse en una forma ritual. Muchas obras del No que aún se representan son de Zeami, y sus tratados críticos son considerados la última autoridad en el tema. Durante un corto periodo tras la Restauración Meiji en 1868, el No estuvo a punto de extinguirse dadas sus conexiones con un sogunado que había caído en desgracia. Sin embargo, sobrevivió y desde entonces goza de popularidad entre el público especializado.
En consecuencia, el teatro No es un espectáculo mínimo, más un ritual que un drama, y cada movimiento y entonación tienen una forma establecida para siempre. Son pocos los diálogos hablados y no hay escenografía ni efectos especiales. Con la simple manipulación de un abanico en distintas maneras, el actor puede sugerir lluvia, agua ondulante o luna creciente. Todos los actores son hombres que usan máscaras para representar los papeles de mujeres, diablos o ancianos. A lo largo de casi toda la obra, un coro canta las líneas principales del actor, mientras éste ejecuta los solemnes movimientos rituales de una danza.
Hay cinco tipos de dramas en el teatro No: obras sobre dioses, guerreros y mujeres; obras diversas, en general sobre locos; y acerca de demonios, bestias extrañas y otros seres sobrenaturales. Tradicionalmente los programas incluían una obra de cada tipo; pero hoy es habitual que abarque solo dos o tres. El teatro No se representa en un teatro con escenario cubierto. El público se distribuye a los dos lados o, con menos frecuencia, a los tres lados del escenario. Se deja un pasillo, llamado el puente, señalado por tres pinos, para que los actores puedan llegar al escenario. El decorado está construido con elementos impresionistas que sugieren el perfil de un barco, edificio o cualquier otro objeto importante para la obra
El teatro Kabuki es de estilo muy diferente. Basado en el carácter melodramático de las marionetas, siempre ha atraído al pueblo más que a la aristocracia. El teatro de títeres combina tres elementos: los títeres, los cantores que cantan y declaman por los títeres y los músicos del shamisen, un instrumento de tres cuerdas que se utiliza como acompañamiento. El gran dramaturgo japonés Chikamatsu Monzaemon escribió sobre todo para el teatro de títeres, cuyo nivel artístico es quizá más alto en Japón que en ninguna otra parte del mundo.
Los orígenes del Kabuki se remontan a 1603, cuando una bailarina, Okuni, organizó con éxito puestas teatrales y danzas eróticas en el lecho seco de un río de Kyoto. A esta forma teatral se la asoció con la prostitución y en 1629 se prohibió que las mujeres aparecieran en escena. No obstante, quedó establecido como teatro popular y luego se desarrolló con reparto exclusivamente masculino. El kabuki está más cerca del espectáculo que del teatro propiamente dicho. Los textos originales, a diferencia de aquellos adaptados del teatro de títeres, tienen menos importancia que la interpretación, la música, la danza y los brillantes colores del decorado. Las obras se representan en grandes teatros, con un hanamichi, o plataforma elevada, que se extiende desde el final del teatro hasta el escenario.
Ser actor del teatro Kabuki es una profesión hereditaria, que se trasmite de padre a hijo, y las familias de actores conservan la tradición. Con sus largas representaciones —al principio duraban 12 horas, hoy 5—, actores muy maquillados y estilizada acción, el Kabuki está muy lejos del concepto de teatro occidental tradicional. Al igual que en el teatro No, la danza, el movimiento y el canto tienen más importancia que el diálogo.
El programa de Kabuki consta de cuatro partes: un drama histórico seguido de una o dos danzas, un tema doméstico y un impresionante drama bailado.
En Occidente ha habido múltiples giras de teatro No y Kabuki, y su influencia es evidente en el teatro minimalista en el teatro occidental moderno. El Kabuki ha perdido algo de su pureza por el contacto con la cultura occidental. Pero la tradición japonesa aún es tan exótica e impenetrable como siempre para los aficionados al teatro del Broadway neoyorquino o el West End londinense.
Además del teatro tradicional, desde principios del siglo XX ha habido un repertorio teatral a la manera occidental con obras originales japonesas en lengua moderna y traducciones de obras europeas. Algunos dramaturgos del siglo XX han intentado establecer un compromiso entre las formas tradicionales japonesas y otras occidentales, ya sea introduciendo psicología moderna en cuentos antiguos o creando versiones al estilo Kabuki de clásicos europeos como la obra de Shakespeare Macbeth. En Cinco obras modernas del teatro No (1956) Yukio Mishima planteó una presentación moderna de temas tradicionales, con lo cual consiguió un éxito rotundo. Otras obras, en particular La grulla del crepúsculo (1949), de Kinoshita Junji, también derivan de viejos cuentos populares. Muchos dramaturgos contemporáneos japoneses tratan temas como el conflicto entre la sociedad japonesa tradicional y la moderna y las injusticias sociales; otros autores prefieren trabajar en la creación de equivalentes japoneses del teatro simbólico contemporáneo o la comedia musical americana.



¿Sabía usted que...? (1990), Reader’s Digest, 1992
Enciclopedia Microsoft ® Encarta ® 2005

sábado, 27 de agosto de 2011

Aróstegui, con acento en la Ó


De Luis Alberto Saez
Añorando un pasado donde Pepe Biondi y Gila conviven con el autoritarismo y la delación, Aròstegui se empeña en negar lo evidente, la decadencia, la corrupción y la propia muerte como fin de toda expectativa. Cualquier posibilidad de amor o afecto son mala palabra en este universo de dos ambientes y portero eléctrico. En su lugar, la nostalgia manchada de sangre y la muerte a secas desmienten entre chistes y ocurrencias televisivas una historia de equívocos que encuentra en su protagonista un digno corolario a una existencia cruel y vacía de sentido. Aróstegui, el ciudadano ejemplar, amparado en un anonimato que se parece demasiado a la impunidad, no vacila en denunciar a un prójimo o en convivir con el cadáver de su esposa, mientras ensaya, entre muecas y modismos revisiteriles, una forma decorosa de pronunciar su propio apellido.


Ficha técnico artística

Autoría: Luis Alberto Saez
Actuan: Fernando Armani
Escenografía: Marina Devesa
Asistencia de dirección: Bruno Maccari
Dirección: Roberto Saiz