sábado, 1 de agosto de 2015

La importancia del cuerpo en el teatro

Cuerpo y vida cotidiana

El cuerpo surge en el escenario de los encuentros cotidianos no como un objeto natural sino como un producto voluntariamente disfrazado, enmascarado por vestimenta, maquillaje, tatuajes, etc.
Se constituye como un punto de anclaje necesario, al mismo tiempo, lábil, que se desliza de lo real a lo aparencial, de lo oculto a lo develado, de la unidad a la fragmentación, del adentro al afuera.
El cuerpo es un medio de estar en el mundo y, al mismo tiempo, un producto de ese mundo; los movimientos corporales son vehículos de comunicación, una forma de intercambio pautada por las diferentes culturas.
En la vida cotidiana, el comportamiento gestual expresa emociones, acompaña al habla para repetir, contradecir, sustituir, completar o acentuar lo dicho, o bien, opera como regulador de la interacción conversacional. En ese aspecto comunicativo de la gestualidad general es importante incluir la expresión facial, pues controla los canales del intercambio, complementa o cualifica otras conductas verbales o no verbales (un parpadeo equivale a una sonrisa de aceptación, complicidad, etc.), e inclusive, en algunos casos, puede llegar a reemplazar el enunciado verbal.
Actualmente nos encontramos inmersos en una cultura somática, en la que el cuerpo es objeto de culto y expresión narcisista: cuerpos mimados, cuidados, gloriosos, que son socialmente recompensados. Inversamente, quienes poseen cuerpos que no responden a los cánones de belleza consensuados son acosados, discriminados, humillados. Humillación que se manifiesta en su marginación y ocultamiento, tanto en el campo familiar como en el institucional, y que llega a límites sorprendentes en los medios de comunicación. Aun en nuestros días, enanos, mujeres gordas, seres deformes de todo tipo son exhibidos en programas televisivos, a la manera de los antiguos espectáculos de feria y circo.

Fragmentos de:

Beatriz Trastoy, Perla Zayas de Lima; Lenguajes escénicos, Prometeo, 2006