El convivio en el teatro
Desde los festivales teatrales en la Atenas de los
tiranos, el teatro preserva la estructura convivial que poco a poco irá
perdiendo protagonismo —muy aceleradamente a partir del siglo XVI— al
propiciarse a través del libro la lectura en soledad, ex visu, como acto individual. Creemos que el teatro es una de las
manifestaciones conviviales heredadas en el presente de esa “cultura viviente”,
perduración de los hábitos de una sociedad “Caliente” y “salvaje” en el marco
de una cultura “fría” y “domesticada”.
En el teatro, la letra palpita en vivo,
a través de las formas de producción, circulación y recepción diferentes de la
letra in Vitro, encapsulada,
“enfrascada” propia de la cultura del libro. La relación de presencias entre el
artista y el espectador resguarda o restituye a lo literario el carácter
situado espacio-temporalmente de la emisión y la recepción, borrando la
“modalidad de inacabado”. En consecuencia, el teatro pertenece, con sus
diferencias, a la tradición de la poesía oral. Hoy el teatro preserva la
cultura de la oralidad en una sociedad letrada y regida por el auge de lo
sociocomunicacional sobre lo socioespacial.
Llamamos acontecimiento teatral a la singularidad,
la especificidad del teatro según las prácticas occidentales, advertida por
contraste con las otras artes. Hablamos de acontecimiento porque lo teatral
“sucede”, es praxis, acción humana, sólo devenida objeto por el examen
analítico.
Los tres momentos de constitución del teatro en teatro
son:
·
El acontecimiento convivial, que es
condición de posibilidad y antecedente de...
·
El acontecimiento del lenguaje o acontecimiento
poético, frente a cuyo advenimiento se produce...
·
El acontecimiento de constitución del espacio
del espectador.
El teatro acaba de constituirse como tal en el
tercer acontecimiento y sólo gracias a él. Sin acontecimiento de expectación no
hay teatralidad, pero tampoco la hay si el acontecimiento de expectación no se
ve articulado por la naturaleza específica de los dos acontecimientos
anteriores: el convivial y el poético. En consecuencia, no es la condición
aislada de espectador lo que determina la teatralidad sino lo que la completa
concatenadamente con los procesos convivial y poético. Estos moralizan la
categoría de expectación, la afectan y singularizan teatralmente
—distinguiéndola de otras formas de actividad espectatorial, por ejemplo, la
cinematográfica y la televisiva— y a la vez la concitan para el advenimiento
del teatro si y sólo si la expectación se manifiesta dando entidad totalizante
al acontecimiento teatral.
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Jorge Dubatti
Fragmentos de El convivio teatral, Textos Básicos, Atuel, 2003