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sábado, 3 de septiembre de 2011

Enrique IV



De Luigi Pirandello
 
Por el Complejo Teatral de Buenos Aires
 
La obra
Mientras interpreta al Emperador Enrique IV de Alemania en una cabalgata de carnaval, un aristócrata italiano del siglo XX sufre una traumática caída de su caballo, quedando fijado en esa personalidad. Luego de veinte años, un grupo de amigos, acompañados por un psiquiatra, se presentan en la residencia en la que Enrique IV sigue representando, con el vestuario, la escenografía y los personajes de época, su comedia de glorias y humillaciones. Su propósito es intentar una curación mediante un shock en la conciencia y en la memoria del enfermo.

 

Ficha técnico artística
 
Autoría: Luigi Pirandello
Traducción: Daniel Brarda, Ingrid Pelicori
Actuan: Alfredo Alcón, Osvaldo Bonet, Pablo Caramelo, Roberto Castro, Francisco Civit, Analía Couceyro, Pablo Messiez, Horacio Peña, Javier Rodríguez, Elena Tasisto, Lautaro Vilo
Vestuario: Jorge Ferrari
Escenografía: Jorge Ferrari
Iluminación: Gonzalo Córdova
Asistencia de escenografía: Andrea Mercado
Asistencia de iluminación: Magali Acha
Asistencia de vestuario: Andrea Mercado
Asistencia de dirección: Ana María Converti
Coordinación de producción: Lorenzo Juster
Dirección: Rubén Szuchmacher

El gran regreso



De Serge Kribus
 
Cuando Boris (Alfredo Alcón) llega sin aviso a instalarse al departamento de su hijo Enrique (Nicolás Cabré) lo descubre recién separado y desempleado. Boris, pleno de entusiasmo, busca prepararse para un rol que significaría su gran regreso al escenario. Enrique sólo busca tranquilidad y rehacer su vida. Con diálogos sorprendentes, por momentos dolorosos, por momentos fascinantes, ambos chocarán, se lastimarán, se evitarán, se reunirán y reirán nerviosamente para esconder sus lágrimas. A través de la confrontación entre un padre y un hijo, El Gran Regreso nos habla con sólida relevancia sobre la paternidad, el amor, el matrimonio, las heridas de la historia y la vida, y la necesidad de reconciliarse con uno mismo.


Ficha técnico artística

Autoría: Serge Kribus
Versión: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Actuan: Alfredo Alcón, Nicolás Cabré
Escenografía: Emilio Basaldúa
Supervisión de escenografia: Verónica Lavenia
Diseño de luces: Gonzalo Córdova
Supervisión de vestuario: María Lazo
Asistencia de dirección: Jonathan Goransky
Productor asistente: Jonathan Goransky
Producción ejecutiva: Ariel Stolier
Producción general: Pablo Kompel, Adrián Suar
Colaboración artística: Osvaldo Bonet
Supervisión técnica: Jorge Pérez
Dirección: Alfredo Alcón

Las variaciones Goldberg


De George Tabori
 
Con aspiraciones divinas, el director teatral Mr. Jay pone en escena una obra de teatro cuyo guión es la Biblia, ayudado por su asistente judío Goldberg (el nombre remite a una pieza de Bach). Desde la luz y las tinieblas hasta la crucifixión, y desde el primer día de ensayo de esa obra hasta el estreno, en Las variaciones Goldberg –mezcla de comedia de humor negro con tragedia– se evidencia el mal funcionamiento del mundo, o al menos la necesidad de repensarlo.

 


Ficha técnico artística

Autoría: George Tabori
Actuan: Nicolás Abeles, Alfredo Alcón, Marita Ballesteros, Martín Chiara, Gabo Correa, Lautaro Delgado, Sergio Grimblat, María Ibarreta, Maximiliano Moldavsky, Santiago Pedrero, Verónica Piaggio, Juan Pablo Rinaldi, Javier Van De Couter, Fabián Vena, Franco Gabriel Verdoia
Vestuario: Julio Suárez
Escenografía: Oria Puppo
Iluminación: Jorge Pastorino
Musicalización: Oscar Edelstein
Dirección: Roberto Villanueva

La tempestad





De William Shakespeare


Ficha técnico artística

Autoría: William Shakespeare
Intérpretes: Alfredo Alcón
Dirección: Luís Pasqual

Ricardo III



De William Shakespeare
 

Ficha técnico artística

Autoría: William Shakespeare
Versión: Agustín Alezzo
Intérpretes: Alfredo Alcón, Márgara Alonso, Graciela Araujo, Willy Barbosa, Osvaldo Bonet, Roberto Carnaghi, Manuel Cruz, Nestor Ducó, Oscar Ferrigno, Bernardo Forteza, Nicolás Frei, Miguel Habud, Lydia Lamaisón, Lizardo Laphitz, Valeria Lorca, Jorge Mayor, Ricardo Merkin, Miguel Moyano, Jorge Petraglia, Luciano Suardi, Ramiro Vayo
Escenografía: Marta Albertinazzi
Iluminación: Héctor Calmet
Música: Edgardo Rudnitzky
Dirección: Agustín Alezzo

Los días felices


De Samuel Beckett
 

Ficha técnico artística

Autoría: Samuel Beckett
Intérpretes: Oscar Escobar, Juana Hidalgo
Vestuario: Rosa Zemborain
Escenografía: Héctor Calmet
Iluminación: Héctor Calmet
Música: Luis Reales
Dirección: Alfredo Alcón

El caballito soñado




Ficha técnico artística

Intérpretes: Juana Hidalgo
Vestuario: Rosa Zemborain
Iluminación: Lito Pastrán
Dirección: Alfredo Alcón

Peer Gynt


De Henrik Ibsen
 

Ficha técnico artística

Autoría: Henrik Ibsen
Versión: Omar Grasso, Antonio Rodríguez de Anca
Intérpretes: Alfredo Alcón, Graciela Araujo, Paula Cañáis, Roberto Carnaghi, Adriana Filmus, Patricia Gilmour, Juana Hidalgo, Patricia Kraly, Tony Lestingi, Jorge Mayor, Ivan Moschner, Ingrid Pelicori, Horacio Peña, Rafael Rodríguez, Luis Romero, Beatriz Spelzini, Leopoldo Verona
Vestuario: Renata Schussheim
Escenografía: Ariel Búfano, Omar Grasso, Adelaida Mangani, Renata Schussheim
Iluminación: Ernesto Diz
Música: Jorge Valcarcel
Dirección: Omar Grasso

Los caminos de Federico



Espectáculo sobre textos de Federico

García Lorca

 

Ficha técnico artística

Intérpretes: Alfredo Alcón
Música: Luís Llacb
Dirección: Luís Pascual

Hamlet



De William Shakespeare
 

Ficha técnico artística

Autoría: William Shakespeare
Versión: Luis Gregorich
Intérpretes: Mario Alarcon, Alfredo Alcón, Graciela Araujo, Aldo Braga, Roberto Carnaghi, Alfredo Duarte, Roberto Mosca, Mario Pasik, Horacio Peña, Juan Carlos Puppo, Hugo Soto, Elena Tasisto, Leopoldo Verona
Vestuario: Emilio Basaldúa
Música: Gerardo Gandini
Dirección: Omar Grasso

Yerma


De Federico Garcia Lorca
 

Ficha técnico artística

Autoría: Federico Garcia Lorca
Intérpretes: Alfredo Alcón, Thelma Biral, María Casares, Eva Franco, José María Vilches
Vestuario: Eduardo Bergara Leumann, Gori Muñoz
Escenografía: Gori Muñoz
Dirección: Margarita Xirgu

Información adicional
Histórico de funciones (1)

sábado, 6 de agosto de 2011

Hamlet

UNA PUESTA VALIENTE. Alfredo Alcón en “Hamlet”, versión de Omar Grasso de 1980, en plena dictadura.













Un nuevo acercamiento a la más emblemática de las tragedias shakespeareanas llega a la cartelera porteña y vuelve a actualizar las tensiones entre un texto del siglo XVII y nuestra realidad social.
Por: Olga Cosentino (2010)



Asesinó a mi rey y prostituyó a mi madre. ¿No es justo darle su merecido con este brazo?". La pregunta de Hamlet a su amigo Horacio, en la tragedia de William Shakespeare, escrita entre 1599 y 1601, anticipa la moderna idea de justicia frente al medieval concepto de venganza. Es pronunciada casi en el final, cuando el atormentado protagonista está a punto de ensartar con su espada al rey Claudio, su tío, asesino de su padre y marido de su madre. Pero el príncipe de Dinamarca ha dudado entre cometer y no cometer ese magnicidio durante cuatro actos y medio de los cinco que integran la obra.

A inicios del 1600, la Inglaterra isabelina estaba en pleno y convulso tránsito hacia el Renacimiento y hacia una nueva cosmovisión que ponía en duda el derecho a la venganza como camino para restablecer el orden alterado por un crimen previo. La obra pertenece al género de los dramas de venganza, al gusto de la época. Gusto popular que Shakespeare no desatendía, ya que fue productor teatral, además de excelso poeta de la escena. Pero ni autor ni protagonista aceptan íntimamente que –como venía ocurriendo en aquel mundo de valores en crisis–la muerte deba seguir saldándose con más muerte.

La versión que acaba de estrenarse en el Centro Cultural de la Cooperación intenta, según su director Manuel Iedvabni, valorizar lo que la obra tiene de tragedia política, sin detenerse demasiado en el carácter indeciso del príncipe, esa particularidad que durante las primeras cinco o seis décadas del siglo XX hizo de la transitada "duda hamletiana" un tópico caro a los análisis psicologistas. "Si bien es el primer Shakespeare que dirijo –confiesa Iedvabni–, Hamlet ha sido, desde mis lejanos comienzos, la máxima aspiración. Creo que es la más grande obra de teatro de Occidente. Encuentro en ella una esencial identificación con la condición humana. No hay otra obra que exprese mejor la angustia existencial, algo que el monólogo 'ser o no ser' resume de modo magistral", afirma.

El espectáculo (que tiene a Federico Olivera/Hamlet, Patricia Palmer/Gertrudis, Ana Yovino/Ofelia, Héctor Bidonde/Claudio y Luciano Suardi/Horacio en los roles principales) se inicia con una imagen que remite al final trágico de la historia, con los cuerpos de los actores/personajes tendidos en el piso. El recurso de unir principio y final no es inocente. El director encuentra que la vigencia de la obra a través de los siglos tiene que ver con la reiteración de los comportamientos hipócritas del poder. Por eso, en la última escena, cuando después de la masacre hace su entrada el victorioso príncipe noruego Fortimbrás, para hacerse cargo del gobierno, el director vuelve a poner en su discurso la misma referencia a "un ojo que ríe y otro que llora" que pronuncia al principio de la obra el rey Claudio, a propósito de su propia coronación tras la muerte de su hermano. "Esa expresión –dice Iedvabni– define la duplicidad e hipocresía de los gobernantes, capaces de cambiar de piel con frío cinismo".

Las visitas del príncipe

La puesta no hace sino confirmar la seducción inmarchitable que sigue ejerciendo Hamlet sobre artistas y público, desde que la obra del Bardo superó el eclipse al que fue sometida durante el siglo XVII. Razones políticas y estéticas, como la sobrevaloración de las reglas neoclásicas y el rechazo de los supuestos desbordes shakespeareanos (la mezcla de lo trágico y lo cómico, los contrastes y transiciones inesperadas, la pasión opuesta al "buen gusto") no permitieron, después de la muerte del autor, en 1616, que sus obras se representaran con frecuencia. Recién los románticos alemanes y franceses, y especialmente la biografía de Shakespeare escrita por Victor Hugo en 1864, estimularon una revalorización que se mantiene desde entonces indeclinable.

Ya en 1821, el periódico El Argos de Buenos Aires da cuenta del estreno de una representación deudora del Hamlet que, con el título de El imperio de la verdad, se presentó en el Teatro Coliseo con Luis Ambrosio Morante, famoso actor de la época, en el papel del Sepulturero. A fines de ese año, el mismo Morante tradujo la pieza y la protagonizó. Sobre el physsique du rôle del intérprete, el escritor y crítico José Antonio Wilde recordaría que era "grueso, de baja estatura, tez morena, grave, de voz sentenciosa (...) con buena disposición para el teatro aunque como trágico no sobresale". En 1870, sendas compañías italianas encabezadas por los famosos actores Tomasso Salvini y Ernesto Rossi hicieron capote con sus respectivas versiones de la tragedia. El siglo XX será en Buenos Aires el de la consagración de la obra en la categoría de gran clásico universal. El Colón ofreció en 1908, año de su inauguración, el drama lírico Hamlet, de Ambroise Thomas, basado en la pieza shakeaspeareana. En 1966, el Instituto Di Tella presentó una adaptación del estadounidense Charles Marowitz; en 1977, el Cervantes estrenó la versión protagonizada por Rodolfo Bebán con dirección de Rodolfo Graziano; y en 1962 llegó a Buenos Aires la Old Vic Company de Londres con un recital shakespeareano que incluía escenas de Hamlet.

Acaso la apuesta más valiente haya sido la que en 1980 llevó la obra al Teatro San Martín, con Alfredo Alcón en el protagónico (por el que recibió el premio Molière), con Graciela Araujo como Gertrudis y Elena Tasisto como Ofelia. Traducida y adaptada por Luis Gregorich, con dirección de Omar Grasso, la poesía del Cisne de Avon conectaba mágicamente con la tragedia del país bajo la dictadura militar. A partir de allí, Hamlet tuvo sucesivas reencarnaciones en la escena local.

Entre las más relevantes, no puede omitirse Hamlet o La Guerra de los Teatros, un experimento de Ricardo Bartís, estrenado en 1991 en la Sala Cunill Cabanellas, con Pompeyo Audivert en el papel titular, Soledad Villamil como Ofelia y Alejandro Urdapilleta como el Primer Actor de la compañía de cómicos de la corte. En pleno menemismo, la obra aludía a la apropiación de la mentira por parte de la farándula política, que dejaba supuestamente sin sus recursos legítimos a la ficción poética del arte teatral. En 1995, la compañía "El Periférico de Objetos" produjo otro de los hitos teatrales de la década: la versión de MáquinaHamlet, una trasposición del original shakespeareano al discurso fragmentado, cruel e inspirado de Heiner Müller.

El resultado actualizaba hasta el límite de lo insoportable los horrores del siglo, desde el Holocausto, la Guerra Civil Española, las dos Guerras Mundiales o los conflictos de Oriente Medio hasta el terrorismo de Estado en la Argentina. Y la reflexión de Hamlet frente al Espectro de su padre –"Los crímenes surgirán a la vista de los hombres aunque toda la Tierra los sepulte"– redescubría intensidades revulsivas en la obra.

Ya en este siglo, Luis Cano presentó su reescritura Hamlet de William Shakespeareque, con dirección de Emilio García Wehbi y con Guillermo Angelelli en el papel titular, se estrenó en 2004. Como autor del libreto, Cano señalaba en un reportaje que el punto de partida para la versión era el mandato paterno. "El conflicto empieza cuando el espectro del padre muerto reclama al hijo que se convierta en su vengador. Ahí se activa la maquinaria trágica, de la cual Hamlet es también un engranaje. El es parte de la corporación del poder. No es inocente. No es una víctima heroica en los términos románticos ni marxistas. Es, a lo sumo, un héroe o una víctima en términos freudianos o edípicos", afirmaba.

Desde entonces, la escena independiente, en Buenos Aires y en el interior, ha vuelto más de una veintena de veces sobre la más célebre y enigmática de las tragedias shakespeareanas, que sigue inspirando, además, cantidad de análisis académicos y ensayos teóricos. En la mayoría de los abordajes teatrales, la resistencia de Hamlet a ejecutar una venganza que su época consideraba legítima no hacen del personaje un maniático de la duda, un cobarde o un loco. Su inoperancia fáctica es inversamente proporcional a la profundidad de sus reflexiones. En diálogos y soliloquios, Hamlet se entrega a procesar otro paradigma cultural, político y filosófico diferente del de su tiempo. Un modelo de pensamiento todavía entonces (¿todavía hoy?) incierto, dentro del cual el crimen –se conjeturaba– tendría otro valor. Sobre todo el crimen de Estado, que se comete con las ventajas y prerrogativas del poder. Claramente, Hamlet encarna el desconcierto frente a un mundo nuevo que –la poesía shakespeareana lo insinúa– debería ser menos brutal. Acaso más justo.

Pasaron más de 400 años desde aquella transición cultural y Hamlet sigue representándose en montajes de repertorio, versiones libres y reescrituras. Como si el tiempo no pasara para la obra. Acaso porque ni los crímenes políticos ni los asesinatos como respuesta a afrentas ni las guerras, como método para escarmentar o someter pertenecen al pasado. Lo que hace de Hamlet, más que un clásico, una obra de anticipación; espejo de las contradicciones que la civilización sigue sin resolver.

 Fuente: Revista Ñ (2010)